Julio de 2012 - Nº 6 de UP
SOBRE EL GOLPE DE ESTADO
EN CONTRA DEL GOBIERNO CONSTITUCIONAL
Los grandes latifundistas y el imperialismo norteamericano-brasilero
a la defensiva contra el movimiento campesino
|
El esfuerzo apresurado del parlamento
para destituir al presidente de la república que ganó las elecciones en el año
2008 conmovió a toda la nación paraguaya.
La causa inmediata de este apuro fue la
serie de grandes movimientos de los campesinos organizados, principalmente
desde las ocupaciones más decididas de tierras en el Alto Paraná y
especialmente en Ñacunday, seguidas por
otras en Capiibary, Concepción y San Pedro,
que culminaron con la defensa armada de la ocupación de las tierras usurpadas
por Blás N. Riquelme, en Curuguaty y la represión violenta a los campesinos, con bajas
importantes de la policía especializada.
Esta situación de protesta casi
generalizada del campesinado, aunque todavía con una coordinación no suficiente
en el plano nacional, produjo inquietud primero y luego alarma entre entre los
grandes latifundistas, nacionales y brasileros, que repercutió en un nivel
superior en la burguesía capitalista, por el temor a la pérdida de “la
propiedad privada”, factor que hizo plegarse a la burguesía industrial y
comercial con la clase de los grandes latifundistas, en contra de sus propios
intereses de clase.
A pesar de los esfuerzos que desde el
comienzo hizo el gobierno de Lugo para atajar las luchas del movimiento
campesino y de otros sectores de la población, en diferentes lugares del país,
desde Concepción a Encarnación, desde el Alto Paraná hasta el Chaco, con la
utilización de fuerzas policiales y militares, estos fracasaron repetidamente y
culminaron con el audaz y valiente enfrentamiento de los campesinos de
Curuguaty para defender sus derechos a la tierra, aún con pérdidas de sus
propias vidas.
Los altos jefes policiales estaban
deseosos e impacientes para abrir fuego, amparados en resoluciones del poder
judicial, para reprimir a toda costa las luchas de masas de los campesinos.
El fracaso del método de la represión
organizada por el “gobierno del cambio”, necesario para complacer a sus aliados-enemigos;
y el descrédito de éste frente a las masas campesinas, por las incumplibles
promesas de “reforma agraria radical”, dió la oportunidad a los representantes
de las fuerzas más atrasadas del país a ponerse de acuerdo, a pesar de sus
fuertes contradicciones, por sus intereses contrarios, para derrocar al
presidente Lugo, trás un juicio sumario, cargado de fa-
llas procesales. Las cinco acusaciones
esgrimidas en el “libelo” (acusación) de la Cámara de Diputados contra el presidente, fueron
utilizados sólo como pantalla para atraer a otros sectores de la sociedad
paraguaya a la conspiración, para liquidar a un gobierno elegido en elecciones
legítimas.
El factor principal de la conspiración,
convertida en exitoso derrocamiento, pero con más nubarrones de tormentas en el
horizonte que antes, fue como ya se dijo: la alarma de los grandes estancieros
y “productores” rurales, propietarios de las más grandes extensiones de tierra,
cultivadas o no, en los que se apoya la dominación de los capitales imperialistas,
norteamericanos, brasileros y también argentinos.
La decisión, euforia desmedida y descaro
con las que estas fuerzas reaccionarias actuaron en forma visible, a espaldas
de toda la nación y de la opinión publica internacional, demuestra lo que
nuestro partido siempre afirmó: para que se produzca el progreso, el desarrollo
económico que busca la mayoría del pueblo, será necesaria una guerra popular
revolucionaria prolongada que destruya para siempre la dominación extranjera y
el latifundio semifeudal en el que esta se apoya.
No alcanza con que haya cierto
“progreso”, como el “gobierno del cambio” venía anunciando; o algunos
beneficios que se le pudiera sacar a la “binacional” dominada por el Estado del
Brasil. Es necesario en primer lugar que las clases dominantes que atajan el
crecimiento económico sean despojadas de su poder principal: el latifundio
semifeudal, para que las tierras puedan ser utilizadas por la mayoría de la
población. Sólo las luchas prolongadas y cada vez más organizadas de los obreros,
campesinos y de todo el pueblo podrán lograrlo; mientras esto no se haga
siempre habrá el riesgo de un golpe de Estado, ya sea del tipo “parlamentario”
(en realidad impulsado y respaldado por las fuerzas militares), o
en forma directa por estas mismas fuerzas.
La audaz y decidida movilización de
ocupación de tierras de los campesinos de Curuguaty del 15 de junio, dejó
varias enseñanzas que merecen ser analizadas.
1
La concentración de más de trescientos
campesinos y su resistencia a ser desalojados, estimuló la crisis política que
se venía desarrollando, por la falta de iniciativa del gobierno, por su
esfuerzo para frenar a los campesinos, con el fin de procurar fortalecer sus
relaciones con los representantes de la gran burguesía feudal, comercial e
importadora y de narcotraficantes.
Los arreglos y maquinaciones de tipo
parlamentario a espaldas del pueblo que caracterizaron al gobierno de Lugo,
mostró a todos los campesinos y al pueblo en general que estos sólo sirven para
debilitar los esfuerzos de la nación para sacudirse de la dominación
extranjera, para el abandono premeditado de la lucha contra la anulación del
tratado antinacional de Itaipú. Para debilitar la fuerza de las grandes masas,
2
La movilización hecha con gran valentía
y decisión, por los campesinos de Curuguaty, al
no disponer de una organización nacional coordinada, la dejó en
desventaja frente a un enemigo que tiene
en la actulidad muchas más fuerzas y que las concentró relativamente
rápido sobre los campesinos movilizados; desde tropas militares y policiales,
hasta acciones judiciales y legislativas (parlamento).
Si esta lucha hubiera estado coordinada
con otros movimientos de campesinos que se producen en todo el país, ésta
hubiera podido utilizar mejor todos los recursos políticos, incluidos el de la
autodefensa, con mejores resultados, no le hubieran permitido a las fuerzas que
responden a las clases dominantes, al Estado que las representa, a concentrarse
contra el pueblo en Curuguaty, a la vez en Alto Paraná o San Pedro, en todas
partes al mismo tiempo. La coordinación de las luchas en el campo y en las
ciudades, podrían derrotar paso a paso a
las fuerzas policiales y militares, por ahora muy superiores en apariencia, se
podrían acumular fuerzas mediante luchas por los reclamos más sentidos de todos los sectores, a través
de luchas políticas y armadas a la vez, hasta llegar a un levantamiento
general.
Mientras no se acumulan fuerzas con
victorias parciales en las luchas de los campesinos y de otros sectores estas
son atajadas y derrotadas, por separado, por partes.
3
La lucha de los campesinos de Curuguaty,
así como también las de los campesinos en otros lugares del país, se orientan
indefectiblemente hacia la destrucción del sistema latifundista, y su reemplazo
por otro sistema que sirva a todos los
campesinos y a la nación paraguaya en su conjunto. No comprender este objetivo final dificulta la acción coordinada
y la unidad de todo el pueblo.
4
Se le ha acusado al movimiento de
ocupación de las tierras en Curuguaty de organizar una “emboscada de guerrilleros
infiltrados”, etc. Los acusadores pasan
por encima del hecho de que las tierras
fueron probadamente, “adquiridas” en forma ilegal por B.N. Riquelme, (y en
otros casos anteriores por T. Favero, etc.), para
tapar el hecho de que los campesinos necesitan tierra para trabajar y que el
gran latifundio, “legal” o ilegal impide esta necesidad urgente.
De haber sido una “acción guerrillera”,
el interés principal de los campesinos armados habría sido aniquilar
aldestacamento de las tropas regulares, para obtener más armas. Después de emboscar
y obtener armas se habrían retirado rápida y ordenadamente; nunca hubieran
atacado a una fuerza superior en hombres y armas, y menos aún sin una
coordinación con otros grupos guerrilleros, en otros lugares del país. Lo
cierto es que los campesinos de Curuguaty organizaron su propio grupo de autodefensa para permanecer en la
tierra prometida por el gobierno (como recuperación de tierras “mal habidas”).
Estos campesinos han dado con este
esfuerzo un ejemplo de decisión y valentía sin igual a todo el movimiento
campesino, en la lucha por la demanda más legítima de tierras para trabajarlas. Han de-
mostrado la fuerza de la lucha
campesina, su elevada moral revolucionaria.
Con pocas armas, sin chalecos antibalas,
han castigado con fuerza la brutal intromisión policial, y provocaron una
conmoción política nacional e internacional. Han puesto a la luz las vacilaciones
interminables del “gobierno del cambio”. Desenmascararon a los falsos
demócratas dentro de éste, quienes
buscaban alinearse, sólo con propósitos electoralistas, con los representantes
del latifundio semifeudal y del imperialismo norteamericano-brasilero, tales
como B. Llano, L. Oviedo, M. Carrizoza y otros de la ANR,
5
De dónde más se aprende es de los
propios errores; tal es la enseñanza del marxismo-leninismo, tomado por Mao
Tse Tung en su libro Sobre la práctica, escrito en 1937, luego de una fuerte
derrota en China del movimiento revolucionario.
El movimiento campesino paraguayo se
verá obligado también a analizar con seriedad, objetivamente, sus luchas
actuales, los errores que se cometen en el movimiento democrático campesino,
tanto por causa de las manifestaciones de la línea reformista: de ilusionar
a los campesinos a esperar que el gobierno les entregue tierras, sin luchar
para destruir previamente todo el sistema feudal; como también por el apuro
para organizar acciones de auto-defensa y guerrilleras, sin el trabajo político
necesario para preparar a las organizaciones en todo el país, con vistas a
acumular fuerzas paso a paso, durante todo el tiempo que fuera necesario.
6
En este análisis necesario de los
campesinos, se aclarará más acerca de lo que es un “grupo de auto-defensa”,
cuándo debe actuar y cómo.
En primer lugar, que no es una fuerza de
ataque, menos aún cuando la masa de campesinos se enfrenta abiertamente a una
fuerza enemiga que tiene en el lugar de la lucha superioridad militar, política
y jurídica. El grupo de auto-defensa es para proteger a los campesinos contra
los infiltrados policiales y provocadores, para ayudar a organizar en forma
disciplinada la concentración y la desconcentración oportuna de la lucha,
dentro de un plan estudiado antes, con seriedad. Para buscar los lugares más
apropiados para cada movimiento de la masa. Para que la lucha se desarrolle con
la menor pérdida de fuerzas.
El grupo de auto-defensa no es para
organizar acciones armadas ofensivas, de tipo guerrillero, es un grupo
destacado de la misma organización, que permanece
dentro de ella para su defensa, en secreto. Sus jefes dependen de las
decisiones de las propias organizaciones.
7
Por otra parte, las acciones guerrilleras
armadas que perduran, se producen en una etapa más desarrollada de la guerra
campesina (es una lucha de la gran mayoría de la población paraguaya, contra
una minoría absoluta de grandes terratenientes, su objetivo como ya se dijo, es
la destrucción del sistema de producción
latifundista), en una etapa de mayor conciencia del pueblo, de mayor
coordinación y unidad para la salvación nacional, aprendidas de sus propias
experiencias: tales como el choque
armado en Curuguaty y así como también el derrocamiento del gobierno burgués y
pequeño-burgués vacilante.
Las acciones armadas son organizadas y
ejecutadas por grupos guerrilleros, con vistas a la formación de un ejército
popular. Se preparan y son adiestradas
por los mismos campesinos con mayor experiencia en el uso de las armas, y por los
que han hecho el servicio militar. Se ejecutan en coordinación con las luchas
pacíficas o semi-pacíficas de la clase obrera y de otros sectores del pueblo.
Tienen gran movilidad a largas distancias.
Al surgir del movimiento de masas, las
guerrillas son su producto más importante,
y, por lo tanto las mismas masas campesinas protegen su creación en todas
partes.
8
Los guerrilleros trabajan con los
campesinos de la zona, les ayudan en las luchas por sus reclamos más sentidos y se apoyan a su vez en ellos
para sus acciones armadas y para subsistir. Sin este apoyo no podrían lograr
una retirada ordenada en presencia de fuerzas superiores, y para romper los
cercos políticos-militares que se les tienden. Aprenden a hacer su trabajo de
propaganda y a persuadir a los vecinos a
que les ayuden con informaciones y víveres.
Aprenden a no producir enfrentamientos no planeados.
Tratan especialmente de influir sobre la
conciencia de los integrantes de las fuerzas armadas del gobierno que
participan en la represión a los campesinos; en las más diversas formas,
procuran atraerlos a la causa del pueblo, como parte del pueblo que son. Su
objetivo no es matar porque sí, es el de recuperar armas; y unir a la nación
contra sus principales enemigos.
9
Las experiencias de la guerra de todo el
pueblo organizadas por Lenin, Stalin y Mao Tse Tung, así como las del pueblo
vietnamita contra la dominación norteamericana y contra el antiguo ejército
títere de Vietnam del Sur, son de una importancia enorme para el movimiento
campesino paraguayo, para sus grupos de
auto-defensa, así como también cuando se forman las primeras guerrillas.
Aprender de estas experiencias es una tarea permanente del movimiento
campesino.
El principio fundamental en las acciones
guerrilleras siempre es el de acumular fuerzas
y nunca perderlas. Sus acciones siempre deben ser planificadas cuidadosamente
para que tengan éxito, basadas en la superioridad puntual de las fuerzas
guerrilleras sobre las tropas del gobierno o del ejército, obligándolos a
concentrarse y desconcentrarse en forma continua, con lo que se debilitan poco
a poco.
El Partido Comunista Paraguayo
(independiente) bajo la dirección de Oscar Creydt hizo esfuerzos serios desde
antes de 1958, con vistas al derrocamiento del régimen militar antinacional de
Stroessner, sobre la base de un prolongado trabajo político con las masas. El
camarada Agapito Valiente encabezó con éxito las primeras acciones guerrilleras,
con vistas a la unificación del movimiento armado en todo el país.
10
Hay una gran diferencia entre los grupos
de auto-defensa, que son organizaciones de las propias masas campesinas legales
o semi-legales en lucha por sus reclamos y el movimiento guerrillero. Si bien
éste surge también del seno del movimiento campesino como los grupos de
auto-defensa, es una organización superior de él, con un comando único. Con
objetivos estratégicos y tácticos claramente delineados dentro de la guerra
popular revolucionaria prolongada.
11
Sobre la base de estos conceptos muy
generales, se puede ver que es completamente falsa la acusación contra los campesinos de
Curuguaty de estar “infiltrados por guerrilleros” y de haber ellos preparado
una “emboscada” contra las fuerzas policiales.
Por otra parte la constante prudencia e
inteligencia de los campesinos, el conocimiento del terreno, su desconfianza
natural hacia cualquier desconocido, no hubiera hecho posible la participación
de “infiltrados” o de provocadores (agentes que trabajan para el gobierno) en
la ocupación pacífica de tierras en Curuguaty.
12
La formación del grupo de auto-defensa
en la ocupación de tierras adquiridas ilegalmente en Curuguaty, es un hecho de
la mayor importancia política, demuestra el crecimiento de la conciencia de los
campesinos, su decisión de avanzar a toda costa en su lucha por la tierra, a pesar
de las violentas represiones injustificadas por las fuerzas de la polícía y del
ejército, y de las promesas incumplidas por el gobierno.
Conclusión
Con independencia de algún posible
apresuramiento o de la incomprensión del carácter del grupo de auto-defensa,
esta ocupación, en todos sus aspectos, fue saludada con respeto y admiración
por la mayoría de los campesinos.
Por esta razón un grupo tan grande
intentó acercarse hasta Asunción, para exigir la libertad de los que habían
sido apresados, en protesta contra los
asesinatos, y también en contra de la ruptura del estado de derecho, que había
sido recuperado parcialmente en 1989, mediante las luchas de todo el pueblo
contra el régimen militar antinacional de Stroessner.
Las fuerzas armadas se movilizaron,
impusieron retenes fuertemente armados en todo el interior del país, los
señores terratenientes se fueron de sus estancias por temor a ser arrestados o
muertos por los campesinos, algunos no se detuvieron hasta Miami o el Brasil,
se paralizaron los negocios. Esta situación de crisis política la produjo el movimiento
campesino de Curuguaty.
El derrocamiento de Lugo fue un
procedimiento defensivo de las clases dominates, estas se llevaron un
tremendo y cobarde susto.
El campesinado comienza a pensar en
la toma del poder. Con razón los grandes latifundistas a través de sus
representantes en el parlamento han contagiado de temor a la burguesía
capitalista y han formado un frente defensivo con ellas para mantener sus
interminables privilegios, esta es una gran experiencia para todo el pueblo
paraguayo le ayuda a conocer mejor cómo son y cómo actúan sus verdaderos
enemigos.
La crisis
política
y el movimiento
campesino en Curuguaty
Marx y Engels, los grandes maestros de
la revolución proletaria, han señalado claramente en “ El manifiesto
Comunista”, su obra más importante y conocida (escrita por ellos en
1847), que la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases.
Es necesario analizar las clases que
están envueltas en la crisis política actual que culminó con el derrocamiento
del presidente Lugo, su entrelazamiento y características principales, sólo así
se podrá entender lo que realmente pasa en nuestro país para descubrir lo que tenemos que hacer en la
situación actual.
Tal como se señaló antes, los grandes
latifundistas, entre los que se encuentran militares, policías y agentes de
laépoca del régimen militar de Stroessner con sus tierras “malhabidas” durante
ese periodo, (aunque en general todas las tierras en poder de los grandes
latifundistas son malhabidas, ya que las mismas pertenecen a toda la nación
paraguaya), son los más preocupados por la fuerza que adquiere día a día el movimiento
campesino. Esta clase de capitalistas que tiene propiedades de tipo feudal por
su extensión, monopolizan la tierra y explotan la mano de obra del campesinado,
son los que empujan a sus agentes en el parlamento, en el poder judicial, en el
ejército y la policía para que atajen, por todos los medios posibles las
invasiones de tierras y otras movilizaciones del campesinado por reclamos
urgentes. El ex presidente Lugo y todo el poder ejecutivo participaron de esta
actividad al servicio de los grandes latifundistas con el fin de permanecer en
el gobierno a toda costa; hicieron alianzas de tipo puramente electoralista
-sin principios programáticos- con sectores de los partidos de latifundistas y
de burgueses capitalistas, los que a su vez le impulsaron a luchar contra el
pueblo en función de estos mismos compromisos y alianzas.
En la ANR se encuentra la mayoría de los representantes
del capital extranjero y de los grandes latifundistas, también en el poder
judicial, en el ejército y la policía (en especial aquellos que obtuvieron
tierras en la época de Stroessner). Algo parecido sucede con los partidos
UNACE, PPQ y con sectores del PLRA.
El gobierno derrocado trató de
reemplazar con la política de “recuperación de tierras malhabidas”, la centenaria lucha del campesinado para
recuperar TODAS las tierras en manos de los grandes latifundistas, usurpadas
después de la Guerra
Nacional de 1864-70.
La “burguesía nacional” capitalista,
compuesta por dueños de industrias y empresas de importación y exportación
tiene contradicciones con los grandes latifundistas, en el sentido de que al
estar frenada la producción en el campo, por causa del monopolio de la tierra,
no hay desarrollo económico capaz de producir una demanda de los productos que
la burguesía fabrica o importa. Esta clase también esta representada entre los
senadores y diputados, en el poder judicial y en otros estamentos del poder, a
este sector pertenecen muchos miembros del PLRA, del PPQ, así como de la ANR, UNACE y de otros partidos
menores. Por estar interesada en el desarrollo de la producción, para que se
forme un “mercado interno”, coincide con los intereses de los campesinos en
cierta medida. Sin embargo las ocupaciones de tierras son vistas por ellos como
ataques a la “propiedad privada”. Este factor la hace actuar -siempre- alineada
y sometida a los intereses del gran
latifundio.
Un hecho históricamente comprobado, en
todas las revoluciones burguesas de los siglos XIX y XX y en el actual, señala que la burguesía, por
su natural cobardía, surgida del temor a perderlo todo, en un proceso
revolucionario contra el sistema feudal, traiciona a su revolución
indefectiblemente. Se traiciona a si misma.
En contra de sus propios intereses de
clase prefiere agruparse en torno a los grandes latifundistas. Por temor a las
huelgas en primer lugar, y por la falsa creencia de que podrían ser confiscadas
sus propiedades. (Al respecto basta leer las opiniones con que casi a diario el
presidente de la
Unión Industrial Paraguaya y otros empresarios se pronuncian
a favor de las “propiedades privadas” de los grandes latifundistas, y en contra
de las legítimas demandas del campesinado (Ver ABC del 17 de junio, en
declaraciones de Eduardo Felippo y de otros empresarios). Estas dos clases
sumadas a la inacción, que ya fue descripta del ex presidente, de los burgueses
y de la pequeña burguesía encaramados, en los puestos del Estado (gran parte
perteneciente a los partidos del Frente Guasu), son las que provocaron
el derrocamiento de Lugo.
La crisis política actual es la
continuación y el resultado directo de la política de componenda (de arreglos
con los partidos de grandes latifundistas y burgueses) desarrollada desde que
asumió la presidencia Lugo, en noviembre
de 2008.
En los periódicos UNIDAD PARAGUAYA
(números 2 al 5 desde 2010, y ADELANTE (números
10 al 16 desde el 2009 así como en otros documentos impresos, nuestro partido
denunció constantemente la política de alianzas del “gobierno del cambio” con
los sectores más retrógrados del país, representados en las cámaras
de diputados y de senadores. Estos arreglos fueron hechos con el sólo fin de que se aprobaran algunas leyes y designaciones
remitidas al parlamento, a la vez que para no ser desalojado del gobierno,
mediante las continuas amenazas de “juicio político”.
El PCP (independiente) describió el
carácter de clase de estas alianzas y el desarrollo de la crisis política, en cuyo fondo se halla el fracaso incontrolable
del desarrollo económico, por causa de la dominación imperialista y del sistema
semi-feudal de propiedad de las tierras.
Se denunció la política del gobierno de atajar los
movimientos de masas y de prometer premeditadamente una “reforma agraria”,
imposible de cumplir mientras no se destruyera por completo la dominación de
los grandes terratenientes en el Paraguay.
Es natural, ante estos hechos que el
gobierno de Lugo junto a la clase social que representaba, no pudiera conseguir
el apoyo de la mayoría del campesinado, así como de los obreros y de otros
sectores de la población, y que estos se apartaran cada vez más de su gobierno,
hasta dejarlo relativamente AISLADO de las fuerzas más combativas del país.
Por otra parte, Lugo y sus ayudantes, R.
Canese, G. Codas y otros quisieron convencer a todo el pueblo de que el
gobierno luchaba por la soberanía nacional por el sólo hecho de tratar de
conseguir más dinero del Estado brasilero que dirige la “binacional” de Itaipú. Sin embargo estos “técnicos”
reconocidos (por ABC y otros magnates que los apoyan) agravaron la situación
de dependencia dejada por Stroessner y sus seguidores en el gobierno.
Cargaron sobre la deuda global de Itaipú con el Brasil y con los capitales
extranjeros que financiaron su construcción, el aumento de la comisión que la “binacional” brasilera le paga
al Paraguay (es decir la coima a los funcionarios de turno que se
apropian de gran parte de los fondos).
por toda la energía paraguaya que
se transmite al Brasil. Nada han hecho por la soberanía territorial y
energética, por el contrario continuaron con la política de silenciar lo
principal del tratado antinacional y la necesidad imperiosa de anularlo: la
usurpación del Estado del Brasil de territorio nacional en los Saltos del
Guayrá.
Todo el pueblo percibe lo que está
detrás del tratado de Itaipú, la miseria
del dinero que se recibe en comparación con la enorme riqueza que se
traslada al Brasil y que se utiliza para tratar de corromper a los sectores que
luchan, y para beneficio propio de los gobernantes y sus empleados.
El ”gobierno del cambio”, perdió la
oportunidad de impulsar el amplísimo frente existente para la gran causa
nacional: la lucha por la anulación del denigrante tratado antinacional firmado
por Stroessner y Geisel en 1973, que podía unir a las grandes masas. A pesar de
la magnífica exposición de Oscar Creydt: Frente al peligro brasilero
lucha unida de todos los patriotas, ampliamente distribuido, y de las
críticas del PCP (independiente) (Ver Unidad Paraguaya N° 4 - 2011 y
otros documentos).
Tal fue la posición del gobierno derrocado,
el que para subsistir, aletargado como el gusano de mariposa, desarrolló su
política, en forma permanente, para buscar
el apoyo en los representantes de la burguesía latifundista, a la vez que
comercial e industrial.
Esta “política de alianzas” estableció
su característica de cobardía propia de la clase burguesa a la que pertenece,
en todo momento, hasta que fue derrocado sin pena ni gloria...
La misma “política de alianzas”,
inspirada en el reformismo oportunista, que logró derrocar al proletariado
en Rusia y en toda la ex URSS con Jhrushov a la cabeza y su continuador actual
W. Putin, es la seguida hasta ahora por el falso PCP, formado en la Argentina en 1965 por
Maidana, Soler, Morel y otros, para reemplazar la línea proletaria
revolucionaria de nuestro partido. Es evidente que esta política fracasará
siempre. Sólo ayudará a las clases dominantes a mantenerse en el poder.
En lugar de acercarse a las masas,
campesinas, para movilizarlas con consignas
claras para un cambio verdadero, los dirigentes de la pequeña burguesía rural y
urbana no hicieron más que seguir la
dirección de los representantes del latifundio de la ANR, del PLRA y de otros
partidos de burgueses y capitalistas empotrados en el parlamento. La mayoría de
los seguidores del gobierno de Lugo se dedicó a obtener las ventajas de
participar del aparato del Estado para beneficio exclusivo de pequeñas
organizaciones y de sus propias personas.
Naturalmente, no se podía esperar otra
cosa del gobierno derrocado, burgués de tipo clerical, con el apoyo de la
pequeña burguesía.
Sólo el proletariado, aliado con los
campesinos, con los más pobres, los que han perdido sus tierras o que no las
tienen, proletarios del campo, puede establecer una línea clara de lucha por la
defensa de la soberanía nacional, por la libertad completa y por la tierra, con
vistas a un levantamiento general del pueblo, que conduzca a una revolución
democrática, agraria-campesina, de liberación nacional.
Los antecedentes del derrocamiento de
Lugo (incruento por la extrema cobardía de la burguesía y pequeña-burguesía en
el gobierno) hay que buscarlos en las causas descriptas, y no solamente en el
carácter reaccionario de los parlamentarios, hecho aparente, pero bien conocido
por todos.
El factor principal que unió a los
sectores más reaccionarios y atrasados del Paraguay está en relación directa
con las vacilaciones del gobierno de Lugo, su falta de apoyo en las grandes
masas, la ausencia del esfuerzo de unir a las masas para comenzar los cambios
necesarios para el país, en lugar de esto, en todo momento su objetivo fue
atajar las luchas de masas -cualesquiera fueran- en la línea de la alta
jerarquía de la Iglesia
de “establecer el diálogo”, “la paz social”, etc. En este sentido el ex obispo,
al comenzar su mandato en el año 2008, se hizo acreedor de la “lapicera del
Vaticano”, con que le obsequió uno de los papas más reaccionarios de la
historia.
Una de las características de la
“alianza” entre los “parlamentarios” de las distintas bancadas y sectores de
senadores y diputados fue la “disciplina” y el “secreto” establecidos entre
ellos, a pesar de sus fuertes contradicciones de intereses. Esta disciplina se
estableció sobre la base del miedo a las
movilizaciones populares en ascenso y también por el miedo individual de
muchos de los parlamentarios a las represalias físicas, amenazas y coerción,
que pudo apreciarse en la forma con la que se manifestaron los dirigentes
conspiradores más visibles, durante las sesiones; para aplastar de inmediato
cualquier tentativa de independencia política. Expresiones como las de Rogelio
Benítez (hijo del principal responsable del golpe de Estado de 1947), H.
Estigarribia, C. Galaverna, Tuma (ex oviedista y manipulador) y otros, así como
también el ambiente de congratulaciones y abrazos entre todos ellos, tras el “éxito”
del derrocamiento de Lugo. Este “ambiente” de unidad falsa y rastrera, es una
demostración clara de que este golpe de Estado se estaba preparando
secretamente desde tiempo atrás, dirigido con toda alevosía por algunos de los
convocados, con el apoyo de los capos militares más reaccionarios -en actividad
y en la reserva- con espíritu de venganza por el triunfo de las fuerzas
populares en las elecciones de 2008.
Un funcionario muy allegado al ex
presidente Lugo, al parecer fue quién le propuso -como parte del plan golpista-
la designación del ex fiscal del Estado Candia Amarilla como ministro del
Interior, en completa anuencia con un sector de la ANR (de L. Samaniego). (Ver en
ABC del 24 de junio, y Ultima Hora del 1° de Julio, las alusiones directas al
secretario privado M. Rojas como uno de los conspiradores secretos). La
designación del fiscal, personaje de cuentas, marcó el momento oportuno para
“alinear” a los representantes de los partidos de latifundistas y burgueses sin
distinción.
Este es un hecho que quedará
profundamente grabado en la memoria del pueblo paraguayo, esta experiencia propia de las masas de todo el país, le indica
quienes son los parlamentarios en realidad. Es la principal consecuencia, a la
vez de la debilidad de las clases enemigas del progreso. Las grandes masas se
encargarán de castigarlos en forma ejemplar.
La emboscada
golpista
El golpe fue precedido por la emboscada
que tendió la alta jerarquía policial, con pleno conocimiento e impulsada por las fuerzas militares (cuya principal
fuerza: la Caballería
se aseinta justamente en Curuguaty), contra campesinos pobremente armados, para
asesinarlos, a la vez que para crear sus propios “mártires” policiales caídos,
sin importarles realmente nada más que sus propios intereses de cuerpo.
Literalmente estos subordinados policiales fueron utilizados como “carne de cañón”.
No nos debe sorprender esta conducta sin
principios de servidores incondicionales de las fuerzas más atrasadas del
mundo, el sistema latifundista y la dominación norteamericana-brasilera.
Mercosur y
Unasur
La solidaridad de los pueblos de otros
países con el Paraguay, ante un hecho de ruptura de la situación de derecho, del golpe de Estado
que se produjo, es algo muy bueno en principio y significa que la opinión
pública, empuja a sus gobiernos a ser más cautos. La ruptura del estado de
derecho significa lisa y llanamente que cualquier situación de lucha legal
puede ser arrasada con los votos de parlamentarios al servicio de las clases
dominantes. Esto es rechazado por las grandes masas.
Los gobiernos vecinos actúan ahora tibiamente
a favor de la “legalidad” burguesa, porque les hacen temblar los ejemplos de
las luchas incontenibles de los pueblos de Egipto, Libia y Siria y otros de África
y del Medio Oriente contra sus dirigentes, prepotentes y ladrones, quienes
también se hacían llamar “nacionalistas” y “socialistas”, pero que en realidad
se aliaban con los representantes de las clases sociales enfrentadas a sus
pueblos.
El Paraguay no puede aceptar, en ningún
caso, que algún tratado o cláusula regional pueda violar los principios de la no intervención en los
asuntos internos de nuestro país, y
del derecho a nuestra auto-determinación.
Las sanciones aplicadas al Paraguay no
son contra el gobierno de facto de Federico Franco, son contra toda la nación
paraguaya; constituyen una enorme ofensa a sus derechos como nación. Por otra
parte la sanción que le ha sido impuesta, favorece plenamente a los tres países
más grandes del Mercosur: Brasil, “por un tiempo”, no tendrá porqué escuchar
reclamo alguno del “sancionado” Paraguay por la soberanía territorial sobre los
Saltos del Guayrá, u otros reclamos en contra de las invasiones de brasileros sobre suelo patrio; al contrario, le permite más que antes,
golpear al Paraguay -sin voz ni voto- favorece la invasión ordenada del Estado
brasilero en virtud de la cláusula anti-nacional del tratado de Itaipú.
El Estado argentino, no tendrá que
aceptar ningún reclamo sobre los derechos de libre navegabilidad de los ríos
Paraguay y Paraná, así como los reclamos en contra de los elevados aranceles
con los que el Estado argentino “quiere”, pero no puede, aumentar sus exportaciones.
El Estado de Venezuela podrá ahora,
reclamar en cualquier instancia internacional, el pago de la deuda por la
compra de combustibles, otorgada en su momento como una “ayuda al Paraguay” del
“H. Chávez, en la época del actual “cartista” Duarte Frutos, y continuada luego por el gobierno de Lugo.
Las “sanciones”, como se ve, benefician a los Estados que las han impuesto en nombre
de la “legalidad”. Y tienden a facilitar una agresión armada contra el Paraguay
de la nueva “entente”, para consumar
los objetivos políticos y económicos de la “Triple Alianza”, así como de
sus nuevas alianzas estratégicas internacionales.
La verdadera razón de estas sanciones
hay que buscarlas en el ascenso del movimiento campesino, en el temor a
que se produzca un incendio revolucionario en el Paraguay, que haga peligrar la
endeble “estabilidad” de los gobiernos de Brasil, Argentina, Bolivia y Uruguay,
que reprimen a sus pueblos, en beneficio de las clases sociales que realmente dominan la producción de sus
países, como lo ha hecho Lugo.
Son las grandes masas de obreros,
campesinos y de todo el pueblo las que luchan para producir un levantamiento
general, sólo éste impedirá para siempre los golpes de Estado, con los que se
trató de atajar sus luchas.
Pedir la intervención de otros países en
los asuntos del Paraguay o aceptarlas, como hacen en la actualidad Lugo y
algunos de sus seguidores, es un acto imperdonable, que sólo traerá más
calamidades a nuestro país.
El ex presidente Lugo, de acuerdo con su
origen de clase, en lugar de denunciar al parlamento que lo derrocó, en lugar
de denunciar a las fuerzas que impulsaron a este acto de tal brutalidad y
magnitud, prefirió callarse y buscar sólo después el “apoyo” de la intervención
extranjera. Es la misma línea del legionarismo,
que pidió su ayuda y acompañó a Mitre en la sangrienta guerra nacional de 1864.
Conviene recordar la intervención
militar del argentino Belgrano para imponer la inclusión por la fuerza al
Paraguay en la Federación
Argentina, (una continuación en nuevas formas del Virreinato del Río de la Plata), con el pretexto del
“carácter democrático” de esa Federación, (basada en el latifundio semi-feudal
heredado de España) por su independencia de la debilitada corona española. Este
acto de intervención militar fue rechazado
por la civilidad paraguaya a cuyo frente ya se hallaba el Dr. José
Gaspar Rodríguez de Francia, el más destacado luchador y defensor de la
independencia del Paraguay. La guerra de 1864-70, por sus consecuencias
intervencionistas, vino a confirmar la importancia de la línea de la independencia
absoluta defendida por él.
El Partido Comunista Paraguayo
(independiente) llama a todo el pueblo paraguayo a la lucha, por a la defensa de las
libertades democráticas. Al mismo tiempo que denunciar el golpe de Estado
producido por los parlamentarios, apoyado por militares y policías, es
necesario pasar a la lucha revolucionaria activa contra el gobierno de facto,
contra la misma política económica fracasada, mantenida por el régimen militar
antinacional de Stroessner. A la vez es necesaria una lucha franca, a largo
plazo, contra la intervención
extranjera por el derecho del Paraguay a su autodeterminación. Esta
posición de nuestro partido forma parte indisoluble de su teoría histórica. (Ver en Formación
Histórica de la
Nación Paraguaya
Oscar Creydt - 4ta Edición, pág. 125).
Las tareas del
gran
Movimiento patriótico
El carácter defensivo mencionado,
asumido por la mayoría de los senadores y diputados, al derrocar al gobierno de
Lugo fue para prepararse mejor para atajar las luchas de los campesinos y de
otros sectores del pueblo. Este mismo esfuerzo colocó de inmediato al nuevo
gobierno a actuar también en forma defensiva frente a los reclamos de las
grandes masas. Con promesas que no se
pueden cumplir en diez meses, luego de
más de cien años de fracaso del actual sistema productivo. Comenzó también en
forma defensiva frente a la opinión pública internacional.
Lejos de que las fuerzas más
retardatarias salieran fortalecidas, se debilitaron desde el comienzo mismo de
su “avance”.
En primer lugar, porque en la práctica
las grandes masas no simpatizaron con el golpe de Estado y menos con el nuevo
presidente, quién en todas las situaciones de crisis por las que pasó el
gobierno derrocado, del cuál éste era su vice-presidente, estuvo en contra del
campesinado y a favor de la sacrosanta
“propiedad privada” de los grandes estancieros y otros latifundistas.
En segundo lugar, el golpe de Estado, en
la práctica beneficia por ahora, en lo fundamental, al PLRA, que es el producto
de la posición defensiva del golpe.
Los dirigentes de la ANR igual que los de los otros
partidos de latifundistas y burgueses, como es natural, menosprecian la actividad
propia de las masas, que es de tipo ofensivo, en el sentido de que la
lucha por un sistema democrático agrario y anti-imperialista es históricamente
inevitable. Los dirigentes de este partido como objetivo principal, sólo buscan
ganar las elecciones de 2013, sobre la base del descrédito en que caerá el gobierno
golpista de Federico Franco, por las condiciones objetivas del atraso en el
desarrollo del Paraguay. Los dirigentes de los otros partidos de latifundistas
y burgueses UNACE, PPQ y PLRA después del golpe conjunto, siguen la misma línea
electoralista para apropiarse de cargos en el aparato del Estado.
Por estos motivos las contradicciones
entre las clases y sectores irán en aumento en los próximos meses.
De esta situación real surge que la
tarea principal de todos los demócratas: obreros, campesinos, estudiantes y
pueblo en general, de todos los partidos y movimientos, es organizarse en todas
partes, en todos los departamentos, ciudades, pueblos y compañías en un
poderoso movimiento, muy amplio, un gran frente nacional, que luche por la
defensa de la soberanía nacional y por la defensa de las libertades
democráticas. Sin dejar de lado la participación en las elecciones, con los
candidatos más interesados en aplicar el programa de salvación nacional. Las
elecciones deben ser aprovechadas para explicar a las masas el carácter del
gobierno actual y orientarlas a la toma del poder.
Este frente deberá ir mucho más adelante
que el electoralismo al que se dejaron llevar las organizaciones que apoyaron
al gobierno derrocado de Lugo, quienes no supieron interpretar la gran victoria
popular del año 2008.
Es necesario que las grandes masas de
obreros, campesinos y de todo el pueblo aprovechen el trabajo anterior a las
elecciones y luego de estas, para organizarse cada vez más en comités para la
defensa de la patria, en todas las formas posibles. Aquellos candidatos de este
amplísimo frente que logren ocupar lugares en la cámara de diputados y de
senadores deben ser impulsados con fuerza a utilizar sus luga-
res, para denunciar los atropellos del
poder del Estado contra las masas,
apoyarlas en sus reclamos y orientarlas hacia la revolución. Su conducta
debe ser muy diferente a la que asumieron los pocos diputados y senadores que
ganaron sus puestos con el gran movimiento que llevó a Lugo al poder. Estos
diputados y senadores traicionaron a su
pueblo, se dedicaron a maniobras parlamentarias, a la presentación de
“proyectos” estériles y para acomodarse personalmente. En lugar de utilizar el
parlamento como tribuna para ayudar al pueblo
a hacer su propia experiencia con vistas a la lucha por la conquista
efectiva del poder.
La experiencia sufrida con el golpe de
Estado “parlamentario”, enseña que es necesario organizarse en todas partes
para la lucha unida por la tierra, por su nacionalización, por los reclamos
inmediatos de los obreros, campesinos y de otros sectores del pueblo, a la vez
que vincular estas luchas cada vez más contra la dominación extranjera, y en
especial por la anulación del tratado anti-nacional de Itaipú.
Lo más importante en la actualidad es
que el movimiento campesino, a pesar de todas las promesas y traiciones que ha
sufrido, continua creciendo con sus históricas y valientes luchas, comenzadas
mucho antes de la época de Stroessner, estas sembraron el camino y lo
fortalecen cada vez más.
No hay fuerza o fuerzas capaces de
detener este movimiento destinado a poner las tierras en manos de la mayoría de
la nación, y que tiende a incorporar al Paraguay al ancho camino del desarrollo
directo, del aumento de la producción, para salir de la miseria y del hambre.
El sistema de producción basado en el
gran latifundio ha fracasado y
será necesariamente destruído por las luchas de masas. Lo mismo que la dominación
extranjera norteamericana-brasilera basada en el tratado antinacional de
Itaipú.
¡Gloria eterna
todos los hombres y mujeres caídos en esta lucha sin tregua contra el atraso!
¡Gloria eterna a
los campesinos de Curuguaty que mostraron la decisión
para
defender los derechos de los campesinos con sus propias vidas!