martes, 28 de febrero de 2012

¿Es importante el Protocolo Ushuaia II
que se intenta imponer en el Mercosur ?

En la medida en que es una continuación de la antigua política de intervenir en los asuntos internos de los países, de la falta de respeto al derecho de separación de los pueblos, esta es la continuación de la política del gran garrote, implantada por Teodoro Roosevelt de Estados Unidos en el siglo pasado, que permitió las más aberrantes intervenciones e invasiones a países independientes para ejercer la política neocolonial, imperialista de esta potencia capitalista.
                ¿En qué consisten los cambios que se han producido en Argentina, Brasil, Uruguay, también en Bolivia, Venezuela y Ecuador?
                La respuesta por sí demostrará que la intervención en los asuntos internos de otros países latinoamericanos es arbitraria, por lo tanto sólo util a determinadas clases dominantes, a intereses económicos regionales y a supremacías hegemónicas.
                               En base  a las experiencias propias de los pueblos latinoamericanos y bajo la presión de los reclamos de los obreros, campesinos y de otros sectores, la burguesía de estos países, y, en especial la pequeña burguesía, se ha visto estimulada a conformar ciertas alianzas que les ha permitido el acceso al gobierno por medio de elecciones, participar del parlamento y exponer públicamente algunos de los problemas que aquejan a las naciones, así como también la crítica a los regímenes militares. En este proceso, se han podido organizar asociaciones y aflorado cierto espíritu unitario para desarrollar luchas por los reclamos más sentidos, en especial del campesinado y de la clase obrera de nuestro país, para salir del hambre y la desocupación. Esto es lo positivo que sucede en los países mencionados y en el nuestro también.
                La debilidad creciente del imperialismo, envuelto en una crisis económica sin precedentes de todo el sistema, desde Estados Unidos y Rusia hasta otros países europeos y asiáticos, ha estado en la base de este poderoso mo- vimiento espontáneo  de las grandes masas.
                La característica principal de estos movimientos es que sólo se han centrado en lograr ciertos cambios en el aparato del Estado, a los que llaman “Reforma del Estado” (La mayoría con apoyo de organizaciones internacionales dominadas por el imperialismo), pero que no tienen su complemento en un cambio de la estructura económico-social de los países. Son sólo cambios en la “superestructura” es decir, en la superficie del sistema de producción. Las clases dominantes, en especial los grandes terratenientes, siguen siendo los dueños de la tierra en gran escala (de la mayor parte), ejercen su poder aliados con el capital extranjero, sobre la mayor parte de la producción de los países. En especial en la Argentina, Brasil, Uruguay y en el nuestro.
                La dominación imperialista, o sea la de los grandes monopolios financieros (Bancos internacionales, empresas gigantescas) continua su dominación gracias a la existencia del latifundio, sobre el cual se asienta el poder de los grandes terratenientes.
                El fenómeno del surgimiento de gobiernos más democráticos dirigidos por fuerzas burguesas y pequeñoburguesas, vino acompañado a la vez por el fortalecimiento de las clases dominantes de terratenientes y burgueses imperialistas. Esto se debe sobre todo al hecho de que las luchas de masas fueron atajadas sistemáticamente, casi por completo, y desviadas hacia objetivos menores, traducidos en la “Reforma del Estado”. sólo se promueven algunas reformas, sin que se plantee destruir por completo la gran propiedad latifundista, ni la dominación extranjera que se apoya en ella.
                También dió lugar a la penetración de nuevos imperialismos, como el ruso, chino, etc. del tipo capitalista estatal, que se presentan como “mejores” y hasta como “socialistas”, pero que tienen sin embargo sus propios objetivos de dominación, contrapuestos a los del imperialismo de origen privado. Esto sucede en nuestro país así como también en Venezuela, Argentina, Uruguay, Ecuador y Bolivia.
                Las grandes masas deben contentarse con ser observadoras de las decisiones de sectores de la burguesía, de la pequeña burguesía y del ejército que se sienten beneficiados con los “cambios” superficiales.
                La situación del Paraguay se ha visto especialmente agravada, porque al desviarse la atención de las masas de la dominación brasilera-norteamericana, ésta es ejercida con toda impunidad a través del tratado antinacional de Itaipú y también del de Yacyreta. Por otra parte se utilizó la política de oscurecer la expoliación a que es sometido nuestro país,                aprovechando la situación de gobiernos que se dicen “socialistas” (D. Rouseff) o “progresistas” (C. Kirchner), pero que están también dominados por burguesías latifundistas e industriales, profundamente dependientes de la dominación de los monopolios imperialistas norteamericanos y europeos.                
                Acerca de cuáles son las clases dominantes en los países que componen el Mercosur y otros vecinos, es algo completamente claro; son la clase de los grandes terratenientes y sus socios imperialistas, norteamericanos, rusos o europeos y asiáticos. La base de su dominación está en la alianza con los poseedores de inmensas propiedades latifundistas, el resto principal del sistema feudal. Esta situación no ha cambiado. Por ahora, se ha agravado, estas clases retrógradas (atrasadas) se han fortalecido, por lo tanto los procesos que se dan en los países latinoamericanos y en el nuestro en particular, aunque tienen objetivos de progreso,de desarrolo democrático-burgués, en la práctica su dirección es en contra de la revolución democrática de liberación nacional; alargan innecesariamente el proceso de cambios revolucionarios.
                Quién puede negar que el pueblo paraguayo ha obtenido libertades democráticas que no existieron en el pasado; estas conquistas son el fruto de que el sistema de producción semi-feudal y semi-colonial está en decadencia, que ya no puede sostenerse igual que antes (con la represión solamente) que la dominación extranjera encuentra cada vez más dificultades para seguir saqueando a la nación.
            Es la fuerza que surge de estas debilidades de las clases dominantes la que alimenta al pueblo paraguayo a conquistar más derechos, a procurar la destrucción de la dominación de los grandes terratenientes, por sus propios medios, en base a su propia experiencia, por sí solo. No necesita de “protocolos” para proteger sus libertades. La aplicación de medidas de un “protocolo” como el de “Ushuaia II” lo perjudicaría más en el caso de que se produjese un golpe de Estado de orientación fascista (Los golpes de Estado casi siempre comienzan con esta orientación, la intervención de las masas muchas veces ha logrado transformarlos en movimientos progresistas, en especial cuando interviene el proletariado).
                Ninguna fuerza extranjera puede impedir que se produzcan golpes de Estado en el Paraguay, (más bien intentarían promoverlos, como siempre ha sido), porque las clases sociales que pueden impulsar estos golpes de Estado, así como componendas reaccionarias, están presentes en la actualidad y tienen el verdadero poder.
                Sí puede producirse un levantamiento general del pueblo, una guerra civil, una guerra popular revolucionaria prolongada. Es esa posibilidad la que temen las fuerzas de la burguesía acompañada por la pequeña burguesía del Brasil, Argentina y Uruguay, temen que la “estabilidad” que han logrado (Posiciones en el gobierno y en el Estado para beneficio propio) se “desestabilice” con una conmoción interna, que plantee por ejemplo la lucha por los legítimos derechos del Paraguay: la navegación libre de los ríos Paraná y Paraguay hasta el mar, la utilización igualitaria de la potencia hidroeléctrica de estos ríos (En Itaipú, Yacyreta y otros puntos).
                No es casual que el Protocolo Ushuaia II haya surgido en el momento preciso en que nuestro país busca ejercer sus derechos con más fuerza, en que las contradicciones de la libre navegabilidad, los reclamos sobre Itaipú y Yacyretá han cobrado más interés en toda la nación. Pero esto es sólo el comienzo, en el caso de que se produjera una intervención extranjera el pueblo paraguayo librará una guerra prolongada tan dura como la que encabezó el defensor de la patria en 1864 hasta 1870.
                La crisis política que se desarrolla en el Paraguay desde que asumió Lugo, es el producto del fracaso de la política de este gobierno para solucionar los grandes problemas económicos de la nación, que no se dirige con energía y decididamente contra la gran propiedad la tifundista y la dominación extranjera. Es un gobierno de carácter burgués y pequeño burgués, que no puede ni quiere impulsar al pueblo hacia este camino histórico; el gobierno como representante directo de estas clases, tiene miedo de que lo saquen del gobierno por el medio que sea, por eso busca alianzas hasta con los peores elementos de la oligarquía latifundista y militar. Esta es la razón por la que en lugar de impulsar al pueblo a la lucha trata de atajarlo, desviarlo, pacta con el sub imperialismo brasilero y con el gobierno argentino, con el sólo fin de obtener un poco más de recursos para calmar a la gente.
                Es para “defender” esta posición temerosa y fracasada de la burguesía del Paraguay (como el de todas las burguesías del mundo) que se establece el Protocolo de Ushuaia II. Es un protocolo de “defensa” de la clase que prefiere la intervención extranjera de sus países antes que movilizar a sus pueblos a la lucha por la defensa de la soberanía nacional y por la libertad. El pueblo paraguayo debe de estar alerta para rechazar éste y otros intentos de intervención extranjera, que puedan producirse ahora o en el futuro, impulsados por fuerzas políticas diferentes, pero con igual motivo.
                Vale hacer algunas preguntas más: ¿A quién beneficiaría una intervención económica, militar y política en el Paraguay, o en cualquier otro país del Mercosur?
                La respuesta es: a las clases que tienen el poder y que gobiernan en la actualidad, fuera de toda duda.
                ¿Una intervención como la que plantea el Protocolo... se dirigiría contra el latifundio, contra la dominación del capital extranjero? No. El pueblo paraguayo es el único que puede lograr estos objetivos por medio de una lucha larga y difícil. Una intervención sólo serviría para atajar sus luchas. Estos son los aspectosmás importantes de nuestra línea proletaria revolucionaria.

      Partido Comunista Paraguayo
                 (independiente)


  
  


Desarrollo independiente
O
dominación extranjera con los grandes terratenientes    (Febrero de 2012)


Este  es el título de  la publicación  que nuestra editorial ADELANTE acaba de entregar para su difusión en librerías de Asunción.
                El sentido de la misma es el de ofrecer al lector elementos nuevos que tienen relación con la economía nacional y su repecusión en la conciencia del pueblo, en especial de la clase obrera y del campesinado.
                En la primera parte se analiza el problema de la dominación extranjera, en especial del capitalismo imperialista de Estados Unidos y el de su principal ayudante en América del Sur, el Estado del Brasil, y el papel que éste cumple a través del tratado antinacional de Itaipú.  
                Se analizan en forma crítica los informes del Banco Central sobre las inversiones extranjeras directas y las consecuencias catastróficas de estas, en el marco específico de su alianza con los grandes terratenientes. Se hace una crítica franca, especialmente al papel que cumplen organizaciones sociales, políticas y personas, que velan (ocultan) la dominación norteamericana-brasilera y el papel del latifundio.
                 En la segunda parte se analizan aspectos de la producción nacional, sobre la base de  los censos agropecuarios de 1991 y 2008, los que a pesar de sus falencias, son una fuente importante para entender la verdadera situación en el campo.   Se concluye que el “desarrollo” capitalista que existe sólo beneficia a la clase de los grandes latifundistas y al capital extranjero aliado con ella. Le ayuda a mantener su dominación una pequeñísima minoría de explotaciones rurales, que también se beneficia a su sombra.           La gran mayoría de campesinos y de obreros son expulsados sistemáticamente de sus tierras en la que han vivido sus antepasados durante siglos.
                Se publican los importantes artículos de Oscar Creydt: Paraguay 1981 y de Lenin (el gran revolucionario ruso): Marxismo y Revisionismo. En el primero, se dan los argumentos que hechan por tierra las mentiras del supuesto desarrollo stronista y de sus seguidores, así como el papel de agentes del imperialismo brasilero a través del tratado antinacional de Itaipu. En el segundo se demuestra que la lucha contra el imperialismo es imposible sin dar batalla al mismo tiempo, en forma enérgica y permanente contra el oportunismo; ideología que proviene de la burguesía, y de la pequeña burguesía, temerosas de que la hegemonía popular por sí misma se haga cargo de la gran tarea de liberar a a las masas de obreros y campesinos, de la esclavitud de la dominación extranjera y del latifundio semifeudal, fuerzas que deben aún ser derrotadas y destruídas

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El gran movimiento campesino
tiene la iniciativa revolucionaria en la lucha por la tierra

La lucha del movimiento campesino es muy antigua, se amplía y  mantiene a pesar de las grandes dificultades que le opone la dominación de los grandes terratenientes. Su objetivo final es terminar con el sistema de producción basado en los grandes latifundios, y la opresión de estos sobre toda la masa campesina.  Es el desarrollo capitalista en el campo, sin trabas de ninguna especie, es liberar la principal fuerza productiva del Paraguay.

El movimiento campesino ha cobrado una fuerza tan grande que da lugar a la alarma generalizada y desesperada de organizaciones de grandes terratenientes, como la ARP, UGP, CAP, etc, y de sus representantes políticos e ideológicos. Estos sienten el temor a que estalle una revolución, que termine con su dominación en el campo, con la usura, la renta de la tierra el acaparamiento y otras lacras del sistema semi feudal que existe.

Esta alarma y preocupación de los grandes terratenientes y de muchos dirigentes de los partidos políticos que los representan, no es casual, ya que perciben el objetivo final de las movilizaciones: el gran reclamo por la nacionalización de las tierras. Mediante la que estarán disponibles para su libre reparto más de veinticinco millones de hectáreas, que son necesarias para desarrollar la producción en forma inmediata y pujante. En la actualidad estas tierras son grandes latifundios, en su mayoría se arriendan (alquilan) a capitales extranjeros, producen una renta absoluta para los terratenientes cuando se arriendan a campesinos, y algo menor cuando los arrendatarios son grandes compañías, en su mayoría norteamericanas, brasileras y argentinas.

La campesinos necesitan trabajar y desarrollarse sobre la base de relaciones capitalistas de producción, esto sólo puede hacerse con tierras suficientes, que ahora están acaparadas casi completamente por el latifundio.

Se le acusa al campesinado de seguir instrucciones externas, ya sea de los comunistas, como de otras organizaciones políticas que siguen la línea de los que son llamados del “Socialismo del siglo XXI”. Sin embargo, el amplio movimiento campesino, con independencia de las vinculaciones que tiene con diversas organizaciones políticas y gremiales, sólo surge de la necesidad impostergable de salir del atraso y la miseria a que les condena la doble tenaza de la dominación extranjera aliada con los grandes terratenientes.

El desarrollo capitalista libre en el campo, como el que se produjo en Estados Unidos con los granjeros (farmers) antes de que este país se convirtiera en una potencia monopolista, imperialista, es una ley de aplicación universal, no es un capricho, ni el producto de una ideología determinada, como quieren  hacer creer las clases dominantes.

Es cierto, los comunistas paraguayos apoyamos en toda su profundidad los reclamos del      movimiento campesino y también sus acciones, tal como hoy se producen, en toda la extensión del país, porque su objetivo es traer el desarrollo completo y más acelerado del Paraguay.

La fuerza inacabable del campesinado proviene de la contradicción que existe en la tenencia de la tierra.

Los datos del Censo   Agropecuario Nacional(CAN) del año 2008, aunque que no son analizados, muestran que la composición de los propietarios y de sus superficies de explotación se componen de la siguiente manera:
1.- 184.221 campesinos, con propiedades de 1 a 10 hectáreas (has.) tienen 1.295.095 has. lo que hace un promedio de 7 has. por propietario. La mayoría, son pequeñas propiedades entre 1 y 5 has, insuficientes para producir y competir en el mercado. (Muchos más no tienen tierras y se ven obligados a alquilarlas de terratenientes, en condiciones muy desventajosas, pero  este análisis no aparece en el Censo).

2.- 80.600 campesinos con propiedades entre 10 has. y 20 has. tienen 1.305.367, cada propietario con un promedio de 16 has. Esta capa de campesinos ha sido la más expropiada en los últimos años. Sus tierras pasaron a manos de brasileros en su mayoría, según el Censo. (Más de 20.000 campesinos perdieron sus chacras).

3.- 40.229 propietarios (Entre 50 y 500 has.) poseen 2.759.349, el promedio es de 69 has. por propietario. Esta minoría  de campesinos muy ricos, acomodados, en general están asociados con grandes terratenientes y con cooperativas poderosas.

4.- 7.464 grandes latifundistas (de 1.000 has. a más de 20.000 has.) tienen una superficie de 26.367.463 has. El promedio es de más de 3.500 has. por  terrateniente. Una minoría de propietarios posee la mayoría de las tierras más aptas para la producción agropecuaria.

¿De dónde saldrán entonces las tierras que se necesitan para que los campesinos dispongan libremente de lotes de 30 hectáreas, cantidad mínima necesaria para explotaciones capitalistas que puedan sostenerse y competir?

La mayor parte de las tierras fiscales ya han sido acaparadas por militares y sus testaferros durante la época del régimen militar de Stoessner.

Los grandes latifundistas nacionales y extranjeros se han apoderado de la mayoría de las mejores tierras disponibles, desde 1870 en adelante.

Los datos indicados demuestran con claridad que las tierras para el desarrollo capitalista intensivo de la producción agropecuaria, sólo pueden salir de los grandes latifundios. No hay más tierras disponibles que estas. Está es la base de la contradicción que impulsa al campesinado a la lucha revolucionaria constante.

Los grandes terratenientes capitalistas dicen que para una “reforma agraria”, el Estado debe comprarles algunas de sus tierras, para ser vendidas a los campesinos, naturalmente  “a precios de mercado”, es decir, carísimas. Con razón los campesinos dicen que las tierras no son de los latifundistas, sino de la nación.

Los grandes terratenientes y sus representantes políticos plantean esta solución, y, aunque se vinculan también con la producción capitalista, quieren que ésta se mantenga bajo su dominación, de tal manera que los campesinos se empobrecerán cada día más y se convertiran sólo en sirvientes de los grandes terratenientes durante cien o más años de sufrimientos y miseria.

Otros dicen que el reparto de propiedades agrícolas debe salir de las “tierras malhabidas”. Otros, que hay que sacárselas a los ocupantes brasileros.

Quienes plantean estas soluciones, aparte de ser muy parciales, y aunque también están interesados en el desarrollo capitalista, y apoyan en cierta medida al gran movimiento campesino, no dicen que hay que destruir la propiedad latifundista primero, esconden que el problema de la pobreza y del atraso provengan de este tipo feudal de propiedad. Con esta línea se preservará el latifundio y se producirá un lentísimo desarrollo capitalista, sólo conveniente a los grandes terratenientes.

Un movimiento de campesinos del Brasil plantea abiertamente que “en sus consignas ya no figura la lucha contra el latifundio porque su movimiento se orienta directamente hacia el socialismo”. Como se ve esta es una posición que favorece también sólo a los grandes terratenientes. Nuestros campesinos mucho más revolucionarios, hacen exactamente lo contrario, reclamando en forma precisa los latifundios brasileros.

Partidos que se presentan como marxistas y socialistas no le dan importancia al movimiento campesino, consideran que no es un movimiento que “se oriente hacia el socialismo”. No entienden que la ciencia económica demuestra claramente que el Paraguay debe pasar inevitablemente por un período capitalista para que sus fuerzas productivas se desarrollen en forma consecuente. El movimiento campesino con sus reclamos por la tierra es la fuerza principal que empuja hacia este desarrollo.

La reciente declaración de un conocido dirigente oportunista, que se presenta como “comunista”, (de un falso “PCP” que usurpa nuestro nombre) ha dicho “que el movimiento campesino está manejado por intereses personales de algunos dirigentes”. Esta declaración vacía es reaccionaria. La posición del PCP (independiente) es de apoyo irrestricto a todas las luchas del movimiento campesino, cometan o no errores.  Porque el sentido de las mismas va en contra del sistema latifundista, conducen sin falta hacia la nacionalización de la tierra, hacia el fin del sistema feudal de producción. Ignorar esto es un acto de apoyo a los grandes terratenientes, aunque se repita que se está en contra de ellos...

Los campesinos, en forma audaz, en base a su propia experiencia, comprenden cada vez más que las tierras para desarrollar la producción deben salir de los grandes latifundios, que sólo podrá haber desarrollo si se destruye por completo la dominación de los grandes terratenientes, sean estos paraguayos, brasileros o argentinos. Se aproximan cada vez más hacia un levantamiento general, que reclamará la nacionalización de la tierra, que barrerá con el modo de producción instalado después de la Guerra nacional de 1864-70,

La gran movilización actual de más de diez mil campesinos en la región de los departamentos de Alto Paraná, Canindeyú e Itapua; así como también de otros millares en casi todas partes del país, tiene algunas características nuevas: en primer lugar, han juntado la lucha por la tierra con la defensa de la soberanía nacional; aunque no han relacionado todavía con la dominación brasilera en Itaipú, es un hecho de gran relevancia que muestra la decisión y el carácter político independiente de este movimiento. Desde el aparato del Estado se ha hecho un especial esfuerzo para desviar la atención del campesinado de la lucha contra la dominación brasilera, por la anulación del tratado de Itaipú,  esta  batalla sagrada es la única forma de conquistar la libertad completa para llegar a la destrucción del sistema feudal. En segundo lugar, cuando reclaman y ocupan tierras, se afincan y plantan en ellas de inmediato, con lo que demuestran que no están solamente para talar bosques en forma indiscriminada, sino para empezar la producción. En tercer lugar, utilizan diversas formas de lucha ya conocidas por ellos, desde la autodefensa contra los secuaces de los terratenientes y muchas veces de la policía y del ejército, al reclamo judicial, la mensura, etc. En tercer lugar, se muestran dispuestos a “dialogar” cuando la situación se pone más difícil, En cuarto lugar, por su persistencia y valor unitario, están logrando la simpatía de otras clases sociales, en especial del movimiento obrero. En quinto lugar, las vacilaciones de los partidos de capitalistas y burgueses, la mayoría en contra del movimiento campesino, han saltado a la vista durante estas movilizaciones, hay un apoyo de ciertos sectores, pero a la vez un gran miedo a que las masas pasen a la lucha independiente. A pesar de que el desarrollo capitalista les interesa, no quieren que este siga un camino de desarrollo intenso y más rápido, por eso calumnian y disminuyen la importacia del movimiento campesino.Como dice el antiguo dicho popular: “por último, aunque no por eso lo menos importante”, los campesinos reclaman ahora una extensa zona territorial de más de 160.000 hectáreas, este es un hecho de una audacia formidable de nuestro pueblo. Se orienta decidídamente a la nacionalización de las tierras.

La lucha por la recuperación de campos comunales forma parte de la avanzada del campesinado, estos existen desde la época del Dr. Francia, fue una de las conquistas más importantes de la revolución de independencia que expresaba con claridad el concepto de “ tierra libre”.  

En base a todos estos hechos las masas campesinas se preparan para nuevas, más decididas y amplias acciones. Tendrán siempre todo nuestro apoyo.

 En el libro El programa agrario de la socialdemocracia en la primera revolución rusa de 1905) Lenin dice : La clave de la lucha son los latifundios feudales, como la encarnación fehaciente (verdadera) y el más sólido apoyo de los restos del feudalismo en Rusia. El desarrollo de la economía mercantil y del capitalismo pone fin de un modo absolutamente inevitable a estas supervivencias. En este sentido, ante Rusia sólo se abre un camino: el del desarrollo burgués (capitalista). Pero las formas de este desarrollo pueden ser dos. Los restos del feudalismo pueden desaparecer tanto mediante la transformación de las haciendas de los terratenientes, como mediante la destrucción de los latifundios de los terratenientes, (la primera forma puede ser que los latifundios)  paulatinamente se tornen cada vez más burgueses, que paulatinamente sustituyan los métodos feudales de explotación por los métodos burgueses, y (la segunda forma)  puede verificarse también teniendo al frente las pequeñas haciendas campesinas, que por vía revolucionaria extirpen del organismo social la “excrecencia” de los latifundios feudales y se desarrollen después libremente sin   ellos, por el camino de las granjas capitalistas.

¡Adelante campesinos
paraguayos hacia un
levantamiento general!

¡Hacia la destrucción completa de los latifundios feudales!

2 comentarios:

  1. Saludos proletarios,
    estimados camaradas esperabamos mucho vuestra página. Sí tienen algún problema alrededor del blog, no duden en decirnoslo haber si podemos ayudarlos. No tenemos mucha experiencias sobre esto del Internet, pero intercambiando experiencias avanzamos.
    Con el puño izquierdo en alto,
    Quibian Gaytan, vocero del C. C. del PC (ML) de Panamá.
    ¡Con los cinco Maestros venceremos!

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  2. Interesante análisis. Sería bueno contar uno de igual dimension respecto a la situación pos golpe y ante las elecciones generales, las perspectivas a corto, mediano y largo plazo. Un abrazo fraternal a todos los camaradas en paraguay!!!

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